Es innegable el negativo efecto económico que los sismos de septiembre 2017 han dejado en la zonas centro y sureste del país. Adicional a la lamentable y muy triste pérdida de vidas, lesiones y afectación psicológica en los habitantes de estas demarcaciones, así como a las pérdidas en el patrimonio de los ciudadanos. Ahora debe sumarse a esto, la afectación a los negocios en las zonas afectadas. Pues, aún cuando la destrucción no haya afectado directamente a estas entidades productivas, es claro un efecto de desaceleración en las economías locales, a todo nivel: servicios turísticos, hospedaje, alimentos preparados, comercio, industria, etc.
En las zonas afectadas los negocios se han quedado solos, nadie quiere salir de sus casas, hacer vida social, realizar compras o visitas a las localidades afectadas. Es un efecto transitorio, que perdurará mientras no se remuevan escombros y se realicen composturas, de lo contrario el efecto en las mentes de las personas continuará siendo negativo.
Adicionalmente tenemos a las personas que vieron afectados su patrimonio, o sienten miedo por haber vivido los sismos dentro de su vivienda y ahora, y en la medida de lo posible, buscan mudarse, por necesidad o bien por temor.
El sector inmobiliario enfrenta la búsqueda de inmuebles fuera de las áreas afectadas, en edificios no muy altos, 4 pisos máximo, y de preferencia apartamentos ubicados en los primeros pisos, sobretodo en la modalidad de arrendamiento.
Esperemos que estos sismos permitan aprender las generaciones nuevas que no vivieron los sismos del 85, a promover con autoridades y vecinos el reforzamiento de estructuras, revisar la normatividad de nuevas construcciones y sensibilizar a la población sobre el establecimiento de protocolos de actuación ante eventos contingentes. Igualmente a contratar la cobertura de seguros inmobiliarios que atenúen la posible pérdida del patrimonio.
No debemos olvidar que la ciudad de México está establecida en una zona sísmica muy activa, es hasta ahora que la población se percata que la ciudad entera puede ser una zona de riesgo, y no únicamente la zona centro.
Las autoridades y particulares, debemos invertir en el reforzamiento de estructuras, en los análisis de suelos, y desarrollos de ingeniería que se adecuen al tipo de terreno y riesgos diferenciados que tiene la zona metropolitana de la Ciudad de México. Los negocios y actividades orientados a reducir los efectos del riesgo sísmico gozarán de crecimiento a partir de estos trágicos eventos.
FME CONTADORES, ofrece información útil para la protección de su patrimonio y el de su empresa.
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