A pesar de las declaraciones vertidas por el Gobierno Federal de México, respecto a la disminución de la pandemia y a la salida de la crisis económica derivada de la contingencia. Lo cierto es que la recuperación económica de nuestra nación es todavía incierta, aún con la reactivación de ciertas actividades sociales y laborales. ¿la razón? La epidemia se ha extenderá por un largo periodo de tiempo aún indeterminado, con la posibilidad de rebrotes y de una segunda oleada de contagios.
Se espera a la vacuna, sin embargo la inoculación de la misma no podrá ser masiva antes del verano 2021, sin contar que aún el día de hoy 8 octubre no existe evidencia científica de que los prototipos de vacuna en estudio a nivel mundial ofrezcan una inmunidad certera y duradera contra la COVID19.
La recuperación económica está sujeta al control de un complejo fenómeno biológico a escala mundial, que resulta pues impredecible su control a estas fechas. Ahora bien, el largo periodo de confinamiento y distanciamiento social, ocasionó primeramente una crisis de liquidez por el desempleo y cierre de operaciones comerciales de sectores no prioritarios, que terminó con los pocos ahorros de individuos y empresas, principalmente PYMES.
En segundo término este confinamiento social ha golpeado la confianza del consumidor, y con ello los ingresos de diversos sectores comerciales, industriales y de servicios.
En tercer lugar, la escasez de operaciones comerciales y la limitación en actividades productivas del sector industrial ha incidido en forma negativa en los planes de inversión de diversos entes económicos, por si ello fuera poco, el Gobierno Federal ha continuado con su política de austeridad, para evitar con ello la adquisición de deuda pública, sin embargo su proceder ha profundizado la recesión económica que ya estaba presente desde el 2019.
Ante los efectos continuados del distanciamiento social como medio de control del virus, las actividades cotidianas continuan incidiendo de manera adversa en las actividades económicas de la nación. A pesar de la disminución de la tasa de interés por parte de Banxico, ahora en 4.25% a partir del 24 de septiembre 2020, la crisis ha ocasionado reducción del límite de crédito de la banca comercial, y reducción en el uso de tarjetas de crédito y débito por parte de los consumidores, esta cautela ha ocasionado también que las solicitudes de créditos para adquisición de automóviles, préstamos personales y nómina también hayan sufrido una baja importante.
El periodo de gracia otorgado por la banca comercial para diferir el pago de créditos ha terminado, pero la epidemia y sus efectos adversos continuan y ya los bancos se alistan para enfrentar una cartera vencida mayor, por la incapacidad de los acreditados para hacer frente a sus obligaciones. Después de la crisis de liquidez ahora se enfrenta una crisis de solvencia que se espera derivará en una crisis financiera.
Esta disminución de actividades económicas también ocasiona que las entidades recaudadoras de contribuciones vean disminuido su ingreso. Ya el FMI (Fondo Monetario Internacional) y otros organismos financieros internacionales han aconsejado incrementar apoyos fiscales a familias y Pymes , los préstamos a la palabra ofrecidos por la SE a través del IMSS fueron insuficientes y de poco interés para empresas e individuos, que apenas representan un 0.69% del PIB, dar una mayor cobertura social de los habitantes al introducir un seguro de desempleo, el establecimiento de una reforma fiscal en el mediano plazo y reorientar el gasto público de sectores poco productivos como la refinación de hidrocarburos con la suspensión en la construcción de obras como la refinería de PEMEX hasta el momento en que sea más redituable.
En fin, muchas de las recomendaciones económicas para afrontar esta crisis, incluyendo las advertencias y recomendaciones de su propio banco central BANXICO, han sido ignoradas, en parte por desconocimiento y en parte por dar continuidad a una política pre-pandemia para el cumplimiento de promesas de campaña electoral.
Por lo que se espera:
- Una recuperación económica más tardía por el quiebre inminente de empresas de todo tamaño en donde mayoritariamente serán PYMES, muchos emprendimientos familiares entre ellos, por la erosión económica que ha dejado el paro de actividades como medida sanitaria para el control de la epidemia.
- Agrandamiento de la brecha económica, habrá un mayor empobrecimiento de la población más vulnerable como son mujeres, población rural y trabajadores informales entre otros.
- Niveles elevados de deserción escolar
- Postergación de la inversión nacional y extranjera, que puede llegar hasta niveles de su total cancelación.
- Desempleo que persistirá en el tiempo
- A pesar de que BANXICO ha contenido la inflación, esta ha rebasado su tope, y lo peor sería un caso de estanflación, es decir incremento del nivel general de precios acompañada por decrecimiento económico.
- Decrecimiento del crédito y aumento del riesgo de impago de los contratos crediticios ya existentes
- Menores ingresos fiscales, con lo que se espera una recaudación punitiva y una reforma fiscal suficientemente fuerte que permita sufragar el déficit fiscal creado por la epidemia.
- Afectaciones sociales y psicológicas derivadas de epidemia y del decrecimiento económico asociado, entre otros los niveles de criminalidad reflejarán un incremento considerable.
Hasta aquí nuestras conclusiones, pues el panorama pudiera resultar desesperanzador y este no el objetivo. La CEPAL y el BID anunció una recuperación económica muy baja, el Gobierno Federal rechazó tajante esta postura, aduciendo que los modelos que se usan para medir la riqueza son anacrónicos. Lo cierto es que, a pesar de los indicadores macroeconómicos y/o otros indicadores alternativos, la mejor medida para comprender la recuperación económica, es el dinero que los habitantes tienen en el bolsillo.
El objetivo de este documento es para concientizar a empresas e individuos a tomar las previsiones necesarias para afrontar de la mejor forma este escenario negativo que persistirá por un largo periodo de tiempo.
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